El fascinante mago del ‘storytelling’
Hoy coinciden dos eventos que están relacionados con Steve Jobs: se estrena en EEUU una película basada en su vida y se ponen a la venta en España los últimos modelos de iPhone, el revolucionario teléfono que presentó en 2007. Además, esta semana se cumplieron cuatro años de su muerte.
Steve Jobs es de los pocos empresarios que ha pasado a la historia como una leyenda. Como alguien que conocerán las futuras generaciones.
No sabemos quién lleva General Motors. No conocemos la cara de hombre que lanzó La Casera. No tenemos ni idea quién inventó el Volkswagen.
Pero sí seguiremos asociando la cara de Steve Jobs con la de la innovación, la lucha, el perfeccionismo, la obsesión y sobre todo, por haber convertido unos productos en talismanes, unos clientes en feligreses y una marca en un icono. Casi una religión.
Eso lo logran muy pocas personas en este mundo. Por eso se ha hecho una película con su vida.
La película dedica varias escenas electrizantes a algo que Steve Jobs hacía con una maestría inimitable: hablar en público y contar historias. Se dio cuenta de la importancia de las presentaciones, y por eso las preparaba como si fueran una mezcla de actos de magia con el relato de una película. Espectáculos.
La puesta en escena, los primeros segundos, la intriga, la caja de sorpresas, el momento del éxtasis… Todo presentado como un cuento formidable y con la técnica de los mejores magos.
Las presentaciones del iPhone,del iPad, del Macbook Air y de muchos productos tienen millones de visitas en YouTube porque Jobs usaba los elementos de la magia y del cuento para causar un impacto emocional a su audiencia. Drama con magia.
Eso es lo que se llama storytelling y que ahora demanda todo el mundo: desde anuncios, hasta vídeos vitales, memorias de empresa o páginas web. Por favor, cuénteme un cuento. Cuente una historia. Impresióneme. Asústeme.
La historia que mejor contó Steve Jobs fue la historia de su vida. Es el discurso académico en la Universidad de Stanford en 2005. Vestido con la toga de la universidad en la cual nunca estudió (nunca terminó sus estudios), Jobs empezó diciendo esto: “Voy a contarles tres historias”.
La primera historia era la de su orfandad: sus padres biológicos lo entregaron a una familia y se olvidaron de él. La segunda historia es cómo montó Apple, como lanzó los primeros productos y cómo en 1985 le echó el consejo de la administración. Luego le llamaron para enderezar la empresa, que perdía dinero, y hoy es el gigante mundial que conocemos.
Y la tercera es el cáncer de páncreas que le detectaron. Le enseñó a vivir “cada día como si fuera el último”. Fueron tres historias que impresionaron a todos los estudiantes. Les asustaron.
Todo lo que hizo y dijo Steve Jobs se sigue estudiando en las escuelas de negocios. Hay centenares de libros explicando sus métodos, su estilo de dirección y sus manías. Hay libros que relatan su técnica de hablar en público. Y hay una biografía que describe de forma exhaustiva sus pensamientos, sus comentarios y sus frases más íntimas.
Pero sin duda, una de las frases más perdurables, es aquella con la que terminó su discurso de Stanford –”Stay hungry, be foolish” (sed insaciables, sed inconformistas).
Es la definición del emprendedor innovador.